sábado, 22 de junio de 2013

Adaptación del cuento

Toda clase de pieles:
Era se una vez en un país muy lejano, un rey que vivía muy feliz en su reino con su única hija.  El rey era valiente y  guapo, y la princesa era muy bella, tan bella tan bella que todo el mundo se quedaba maravillada al verla.
La esposa del rey que, la reina, tenía que viajar para visitar a los pueblos, le hizo prometer al rey que casaría a su hija con un hombre bueno, guapo, y amable, al que la princesa quisiera.
Al cabo del tiempo cuando la princesa cumplió 18 años, y ya era la edad de casarse, el rey decidió presentarle a su hija su futuro esposo.
Este señor, era un amigo del rey que había ayudado una vez al rey en una importante batalla, por lo que el rey le debía un gran favor, y como el amigo del rey era muy egoísta le pido la mano de su hija. Aunque el rey no quería casarle con su hija, por la promesa que le hizo a su madre, no tenía más remedio que hacerlo, pues no podía falta a su palabra de honor.
El rey presento a su hija, la princesa, su futuro esposo, éste era feo, no parecía muy amable, y tampoco bueno.
La princesa al verlo quedo sorprendida, e intento convencer a su padre de que no la obligara a casarse con aquel señor; pero el padre le dijo:
-          - Querida hija no tengo más remedio, pues a este caballero le di mi palabra y no puede un rey faltar a su palabra.
La princesa muy disgustada por la respuesta de su padre, se quedó muy triste y tocando la cadenita con las joyas colgadas,  que le había regalado su madre antes de marcharse de viaje.
Mientras los días pasaban la princesa pensaba y pensaba como podría escaparse de aquel lio, y de repente un día se le ocurrió, que le pediría a su futuro esposo una serie de regalos para ganar tiempo, así pues le dijo:
 Quiero unos regalos de pedida, ya que soy una princesa, para pedir mi mano. Los regalos que quiero son tres vestidos, uno tan dorado como el sol, otro tan planteado como la luna, y uno tan brillante como las estrellas. Hasta que no tenga estos tres vestidos no pienso comprometerme contigo.
Así pues el futuro esposo comenzó a buscar los materiales para hacerlos, y al cabo de un año volvió al reino donde estaba la princesa, y le mostró los vestidos. Ella pensando que no lo conseguiría, se quedó meditando unos minutos y le dijo:
-         -  Ya tengo el regalo de pedida, pero ahora quiero un regalo de boda, y como regalo quiero un abrigo que este hecho con la piel de todos los animales del mundo.
Y su futuro esposo, le dijo que así seria, y pasaron otros dos años hasta que consiguió tejer y hacer el abrigo que la princesa le había pedido.

Entonces un día que paseaba por los jardines, se quedó boquiabierta al ver a su futuro esposo con el abrigo en las manos.
Él se acercó a la princesa, y le dijo:
-       -    Princesa aquí tienes su regalo de boda, ahora que he cumplido te casaras conmigo en una semana.
La princesa que aún estaba sorprendida, no pudo decir ni una palabra; y su caballero se marchó para preparar el banquete y la ceremonia. Aquella noche la princesa no podía dormir pensando en cómo podría escaparse de aquel problema en el que se encontraba.
Cuando pasaron ya dos noches sin dormir, se le ocurrió la idea de que podría escaparse y no volver jamás así pues se puso manos a la obra, cogió sus regalos, los vestidos y el abrigo, y se aseguró de que llevaba la cadena de su madre, y se marchó de palacio sin que nadie la viera.
Se dedicó a pasar los días escondida en los huecos de los árboles, en las ramas; y por la noche caminaba sin brújula ni nada, esperando alejarse del castillo, para huir de su destino.  Y un día que estaba atardeciendo y estaba saliendo de un árbol donde había dormido, escucho unas voces y tuvo miedo de que fueran los soldados de su padre, que la buscaban. Entonces  se tapó con el abrigo, pero las voces en realidad eran de cazadores, quienes venían con perros.
Los perros que la olieron rodearon el árbol, y empezaron a ladrar, entonces cuando vio que venían personas dijo:
-           - Por favor no me hagáis nada, soy solo un animalillo asustado no me matéis.
Entonces al escucharla la sacaron de allí, ella no dejaba que la quitaran el abrigo, y decía que era un animalito. Los cazadores pensaban que estaba perdida y asustada.
Los cazadores que eran amigos de un príncipe, la llevaron con ellos, y  la llamaron: “Toda clase de pieles”.
 Una vez en el reino la metieron en las cocinas a trabajar y el cocinero la cogió mucho cariño y la trataba como a su hija.  Ella siempre iba con su abrigo, porque no quería que alguien descubriera quien era, y la devolvieran junto a su futuro esposo. La princesa que veía al príncipe por aquel reino,   le gustaba el príncipe.
La reina de aquel reino, decidió que el príncipe debía casarse, y que iban hacer tres días de baile para elegir a la esposa. Cuando llego la noche del primer baile, la princesa le pidió al cocinero ver el baile, porque no había asistido a ninguno. Y el cocinero le dijo que vale, pero que volviera pronto porque había que preparar el caldo al príncipe, y la princesa le dijo que estaría a su hora en las cocinas.
Aquella primera noche la princesa se preparó y se puso su vestido de oro, y en el baile ella bailó con él, y se enamoró del príncipe. Cuando el baile finalizo ella desapareció, y bajo a las cocinas para preparar el caldo, y se le ocurrió a la princesa echar en el caldo la medallita de su collar, para que el príncipe la descubriera.

Y así fue, por lo que el príncipe dejo el objeto en la chimenea. En y en la segunda noche de baile, todo sucedió igual, pero la princesa se puso el vestido plateado, y en el caldo echo la rueca de hilar, cuando el príncipe encontró la rueca en la sopa, confirmo que esto no era del cocinero, porque la rueca era una joya de mujer.
Y llego la tercera noche de baile, y la chica hizo el mismo ritual pero se puso el vestido de brillantes, y el príncipe solo bailo con ella esa noche. La princesa en el baile  no le quiso desvelar su nombre, ni de donde era.
Pero esta vez el príncipe quiso impedir que la princesa se fuera corriendo  del baile, y al hacerlo, le puso en el dedo un anillo. Y ella sin darse cuenta se fue a la cocina, hizo el caldo muy nerviosa, y le puso en el caldo el anillo de su madre, el último objeto del collar que llevaba.
La princesa  subió el caldo al príncipe, y  éste le hizo pasar, para que se lo llevara en cuanto se lo terminara, pues era muy tarde aquella noche. Entonces la princesa entró en la habitación escondida en su abrigo,  y el príncipe le pregunto:
-           - ¿Quién ha  hecho este caldo?-, y ella contesto: -  El cocinero, majestad-.
El príncipe le dijo: - ¿Has perdido alguna joya?-, y ella se quedó callada.
El príncipe descubrió en la sopa el anillo, la miró y le dijo:
-          ¿Sabes qué es esto?- Y ella contesto: No majestad.
Entonces El príncipe  cogió a la princesa y le dijo: -  Es un anillo de bodas, el compañero del que llevas en el dedo.  No me importas de donde seas, ni quien seas,  porque sé que eres la princesa con la que quiero vivir para siempre.
Así pues la princesa le contó su historia, y porque se había escapado de su reino, entonces el príncipe le prometió que no la pasaría nada, y desde aquel momento fueron muy felices.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

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